Destacamos el artículo de José Luis Molina, CEO de Hispatec, publicado en la revista Tesla, del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Madrid – COIIM
La situación actual es resultado de un proceso de mejora de competitividad progresivo experimentado a lo largo de las últimas décadas, habiendo pasado de ser un país netamente importador hasta el año 2000 aproximadamente, a ser el octavo exportador mundial de productos agroalimentarios, con un fuerte superávit.
Todo un logro, resultado del buen trabajo de un ecosistema de unas 30 000 pymes agroalimentarias, 300 000 agricultores y ganaderos a título principal, y una industria auxiliar que acompaña al sector innovando y mejorando de forma continua.
Los desafíos actuales y futuros del sector agroalimentario, no solo a nivel de España o Europa sino a nivel mundial, se centran en mejorar la eficiencia de los procesos a todos los niveles, mejorar la integración de las cadenas de valor, mejorar en sostenibilidad de forma muy notable, aportar mayor seguridad alimentaria y valor añadido a los consumidores.
Para lograr esos objetivos, marcados por las grandes tendencias mundiales, es necesario innovar de una manera mucho más decidida de cómo lo hemos hecho hasta ahora.
Hay que innovar, en mayúsculas, en todos los campos: biotecnología, maquinaria, métodos de cultivo, genética, tecnologías del agua, procesos industriales, logística, etc.
Y por supuesto, poner mucho foco en digitalización y transformación profunda de la cadena de valor, convirtiéndola en una verdadera red agroalimentaria digital, bidireccional, integrada, inteligente y sostenible, que acerque digitalmente a consumidores y productores.
En estos momentos, los fondos EU Next de la Unión Europea, con un paquete de hasta 140 000 millones de euros entre ayudas directas y préstamos para España, pueden suponer una oportunidad única para acelerar la innovación, la digitalización y mejorar la sostenibilidad de nuestro sector agroalimentario, como sector clave.
Es importante que dichos fondos lleguen a las empresas, con especial énfasis a las empresas tecnológicas, que no solamente resuelvan las necesidades y retos de sus empresas clientes del sector agroalimentario, sino que además generen tecnología, creando un stock de conocimiento y capital humano cualificado.
También es clave que dichos fondos alcancen de forma capilar a todas las empresas. Hay que evitar caminos rápidos, que consistan en ceder el grueso de dichos fondos a grandes empresas de energía, telecomunicaciones o automoción, y a las pymes, que son el grueso del empleo, la innovación y el valor añadido, les llegue solo una fracción de los mismos.
Cuando hablamos de pymes, es básico enfocar las ayudas con mecanismos sencillos burocráticamente, tratando de contar con ventanillas únicas y evitando la dispersión de las mismas en múltiples líneas, que tienden a hacer perder foco y efectividad,
dificultando llegar a esas pymes. Con mecanismos de discriminación positiva hacia las empresas tecnológicas, innovadoras, que inviertan una alta proporción de sus ingresos en I+D+i.
Sería bueno asumir algunos pequeños riesgos en el ámbito del control del uso del dinero público en las formas, habitualmente muy elaboradas y complejas burocráticamente, para evaluar los proyectos y el buen uso de dichos recursos, al menos parcialmente, por los resultados generados y por sus impactos. Hay que innovar en los formatos de colaboración público-privada también.
Las oportunidades de mejora que se pueden abordar gracias a las tecnologías digitales son múltiples. Algunas de las más relevantes:
- Agricultura o ganadería de precisión, con un uso ajustado de insumos en el campo (semillas, agua, fertilizantes, fitosanitarios, zoosanitarios, forrajes, etc.).
- Industria agroalimentaria 4.0, con control digital, automatización, robotización y gestión de todas las operaciones en planta.
- Control logístico de los productos agroalimentarios hasta el consumidor.
- Trazabilidad integral Farm-to-Fork. Calidad, seguridad alimentaria, información.
- Sostenibilidad medioambiental y social con visión de cadena completa.
Como aspecto a destacar, hay que decir que la inmensa mayoría de soluciones digitales aplicadas al sector agroalimentario, suponen mejoras ECO2 (económicas y ecológicas). En casi todos los casos, su uso implica mejoras de eficiencia, reducción de costes, y en paralelo reducción en el uso de recursos o de las mermas / pérdidas de factores de producción o del desperdicio a lo largo de la cadena.
En cuanto a las tecnologías a aplicar, hay espacio y casos de uso muy interesantes para muchas de las tecnologías digitales más pujantes: Analítica Big Data, inteligencia artificial, IoT, Realidad aumentada / virtual, Cloud / Edge Computing, sensores inteligentes, robótica o tecnologías de ciberseguridad.
Algunas tecnologías como el Blockchain, deben todavía madurar y mejorar de forma apreciable, para evitar su escalado masivo con consecuencias medioambientales y de coste negativas, como se ha puesto de manifiesto recientemente en algunas criptomonedas por su consumo desorbitado de energía.
El sector agroalimentario tiene bastantes particularidades, que lo hacen singular, como su funcionamiento por campañas, operaciones tensas y con muchas transacciones, inversiones de largo plazo, cadenas largas con muchos intervinientes, control sanitario y de seguridad alimentaria, productos perecederos y de carácter biológico, distribución territorial, sistemas abiertos, etc.
Todo ello deriva en la necesidad de contar con soluciones realmente especializadas en el sector agroalimentario, habiendo diferencias notables entre los distintos segmentos del sector. Es decir, no es un sector para generalistas o tecnólogos digitales horizontales, y sí para especialistas en agroalimentación y tecnología digital.
El reto consiste en empezar por digitalizar completamente todos los eslabones de producción, transformación, distribución y comercialización de productos agroalimentarios, y hacerlo de forma integrada, de manera que la información nazca en formato digital y viaje digitalmente.
A partir de ahí, se trata de capturar la mayor cantidad de datos digitales de los procesos, y entrenar algoritmos de inteligencia artificial que ayuden a tomar mejores decisiones, o que incluso lleguen a automatizarlas completamente en los casos más sencillos.
La oportunidad que presenta el segmento Agrifood Tech es mundial, por lo que apostar e invertir en innovación y en empresas tecnológicas de ese segmento en estos momentos, es una apuesta acertada. Tenemos opciones de convertirnos en un hub de orden europeo y mundial en tecnología para el sector agroalimentario, pero debemos innovar más y establecer compromisos firmes, donde las Administraciones Públicas tienen un papel relevante de apoyo y visión estratégica en este momento.
Los fondos EU Next son una gran oportunidad y la colaboración público-privada es clave para fortalecer el ecosistema de empresas digitales innovadoras, involucrando a todos los agentes de la cadena agroalimentaria en la gestión de esos fondos y en la medición de los resultados e impactos generados.