Porque la información sin inteligencia no es más que datos brutos, y no agrega valor para tomar decisiones estratégicas.
Pero ¿qué significa realmente Agricultura Digital?
¿No es lo mismo que la agricultura de precisión?, ¿y qué papel juega el Internet de las cosas, el Big Data o la Inteligencia Artificial en todo esto? Mejor aún, ¿para qué le valen todas estas cosas a una empresa o cooperativa hortícola?
Son preguntas lógicas que cualquier profesional se hace y que muchas veces no se explican con detenimiento.
Empecemos por la más importante, la única realmente importante: ¿para qué sirven todos estos conceptos a una entidad del sector hortícola? La respuesta es sencilla y compleja a la vez: para tener más información (volumen), con más precisión (veracidad), mayor anticipación (velocidad) y contextualizada (variedad).
Con información de estas características se toman y ejecutan mejores decisiones, decisiones sobre la producción y comercialización hortícola que marcan si se consiguen los objetivos (éxito) o no (fracaso). Y en un mercado internacional tan competitivo, el fracaso no es una opción.
En la producción en campo se toman de media entre 20 y 40 decisiones por finca. Desde qué plantar, la densidad, cuándo, cuánto y cuando fertilizar, regar o tratar y así un largo etcétera hasta cuando recolectar, dónde, cuándo vender, cómo, etc.
En todas estas decisiones, cada una con diferente peso, se juega la rentabilidad de una empresa agroalimentaria.
Conocer con objetividad (la mente engaña, sabemos que es subjetiva) mayor antelación y menor error las necesidades del cultivo, o la estimación de cosecha (y la calidad de esta), la fecha óptima de recolección (en función de la capacidad operativa y de las mejores oportunidades en los mercados) o las estimaciones de superficie de un producto para la campaña que viene, son sólo algunos ejemplos de cómo la Agrointeligencia está cambiando algunas empresas agroalimentarias, aquellas que se están adelantando en convertirse en entidades basadas en datos, que toman decisiones basadas en datos.
La digitalización, el contar con un ERP donde registrar todo lo que se hace (y ejecutar las acciones que requieren las decisiones), el Internet de las Cosas (que permite a los objetos como sensores, maquinaria y sistemas de riego/climatización ser captadores de datos y ejecutores de decisiones más inteligentes) y la sensorización remota (drones y satélites que captan datos desde el cielo) alimentan el nuevo paradigma informático (el Big Data) para que agro-científicos de datos desarrollemos modelos y algoritmos que aprendan de sus errores (como nosotros, pero más rápido y con trillones de repeticiones más, de ahí lo de Inteligencia “Artificial”).
Y todo ello se transforme en escenarios probabilísticos que permitan tomar la mejor decisión: como planificar la recolección de la finca X, para la semana Y, dado que las condiciones son óptimas y podrá comercializarlo en el mercado Z que se prevé un precio K.
Realmente no hace falta saber qué es el Big Data o el Internet de las Cosas, basta con recordar que la información es poder y que la agricultura digital, la Agrointeligencia, proporciona más y mejor información. Sólo hace falta medir (datos), analizarla (información) y decidir (acciones).
Hoy la agricultura digital es una ventaja competitiva, mañana no se podrá tener un negocio hortícola sin ella. Nunca es tarde para empezar, aún…