Agrointeligencia

 

En la entrada anterior hablábamos de la falta que hacían tractoristas, podadores, y en general perfiles procedentes de la formación profesional agraria, en general poco demandada por los jóvenes. Pero, si subimos al siguiente escalafón, el de los ingenieros agrónomos la cosa tampoco mejora.

Hace más de 50 años el ingeniero agrónomo tenía que enfrentarse a casi cualquier reto o problema que surgiera en el medio rural de aquella época. Entonces, el campo estaba muy necesitado de innovación y de gente con sólidos conocimientos de ingeniería que le permitieran construir todo tipo de infraestructuras, sacar cultivos adelante o escoger la maquinaria adecuada, por poner algunos ejemplos.

Hoy en día, la agricultura ha cambiado mucho, los retos son distintos y las herramientas para alcanzarlos también, pero cabe preguntarse si hay necesidades que siguen siendo las mismas y si la sociedad actual está siendo capaz de garantizarlas.

Tras la implantación del Plan Bolonia, actualmente se puede obtener un grado de ingeniería que es más o menos equivalente al ingeniero técnico agrícola. Quien decide seguir adelante en los estudios, y dependiendo la opción escogida, tendrá que estudiar uno o dos años más para superar el Master en Ingeniería agronómica, que habilita para el ejercicio de la profesión de Ingeniero Agrónomo.

Una gran ventaja de esta profesión es su gran versatilidad. El sector agroalimentario es tremendamente diverso y requiere de perfiles profesionales muy variados. Los hay que se dedican a la producción primaria, a la gestión del agua, a la industria agroalimentaria, a la realización de proyectos, a la robótica, al comercio internacional, a la gestión medioambiental, a la biotecnología o a las políticas agrarias.

Como en muchos otros ámbitos de la vida, estamos en un mundo bastante más complejo, que requiere una mayor especialización. Este hecho debería atraer a muchos jóvenes a los que no acaba de convencerles una carrera quizás todavía percibida como muy «ingenieril». Eso sí, conviene no olvidar que independientemente del perfil escogido, el profesional agrario actual tiene que estar al día en vanguardia tecnológica, digitalización y, cómo no, en sostenibilidad.

Una carrera con tantas opciones suena bonita ¿no? Quizás lo parezca a quien está dentro del sector, pero en la lista de opciones a la hora de elegir una carrera y una futura profesión, la agronomía no suele estar entre las prioridades de los estudiantes actuales. Y es que, al igual que ocurría con la formación profesional agraria, observamos un importante desajuste entre demanda y oferta de empleo que a medio o largo plazo puede llegar a ser preocupante.

Según Rosa Gallardo, directora de la ETSIAM de la Universidad de Córdoba, se necesitan más profesionales de los que ahora mismo están saliendo de las escuelas. Hay 18 centros universitarios en España que ofrecen formación de Máster en Ingeniería agronómica y actualmente acceden a estos másteres en torno a 500 estudiantes. Y es que, a pesar de su papel esencial en la cadena de producción agroalimentaria, los ingenieros agrónomos son profesionales muy desconocidos. Se hace por tanto necesario comunicar mejor a la sociedad, y sobre todo a los jóvenes, en qué consiste esta profesión y lo necesaria, versátil e innovadora que es.

Hay empleo en el sector y eso es una realidad objetiva, que a priori debería ser atractiva para una población juvenil cada vez más asediada por el paro y la precariedad laboral. Si no resultara suficiente con la interesante variedad de estudios y perfiles profesionales a los que optar, otro buen argumento podría ser la traducción de esta necesidad de mano de obra cualificada en salarios; por ejemplo en la zona frutera catalana un recién licenciado puede ganar unos 25.000 euros brutos anuales, y uno con experiencia hasta 40.000.

Otro aspecto interesante a considerar es cómo adaptar lo mejor posible la oferta formativa actual a una demanda de profesionales de la agronomía con perfiles y niveles de formación tan diversos. Quizás el paso más lógico, o práctico al menos, es ofertar titulaciones en función de la realidad productiva del entorno geográfico: producción porcina en Lérida, producción en invernaderos en Almería, olivicultura y elaiotecnia en Córdoba o acuicultura en varias universidades de zonas costeras.

Pero esto no sirve de nada si la universidad funciona ajena a la realidad a la que se enfrentan las empresas. En mayor o menor medida, las universidades trabajan con el sector para formar al profesional que en cada momento se necesita y para dirigir la investigación a lo pide el sector requiere.

El problema es que, según nos ha transmitido Rosa Gallardo, a las universidades les cuesta responder a todas estas demandas por las empresas. En parte por la gran variedad de perfiles que solicitan empresas de diversos ámbitos y de todos los eslabones de la cadena de valor agroalimentaria. Sin embargo, hay un perfil muy demandado muy demandado que es el ingeniero agrónomo con competencias digitales.

A la alta demanda actual de expertos en utilización de sensores, Internet de las cosas, cloud computing, agricultura de precisión, manejo de Big Data, sistemas de apoyo a la decisión (DSS), o inteligencia artificial se le une escasez de titulados; hasta el punto de buscarlos fuera de España o incorporar licenciados de otras ramas.

Según nos cuenta Inma Trapero, responsable de recursos humanos en Hispatec (empresa especializada en Software ERP, Big Data y Analítica avanzada para la agricultura) aunque las universidades empiezan a formar en estos conocimientos aún queda mucho trabajo por hacer a la hora de atraer talento.

Si bien la llegada de expertos procedentes de otros ámbitos siempre es positiva, una formación agronómica de base tiene una gran importancia práctica a la hora de desenvolverse en esta nueva agricultura 4.0. Realmente es difícil encontrar gente que domine ambos mundos, pero en Hispatec por ejemplo se promueve que sus trabajadores desarrollen el gusto y el conocimiento por una u otra área: los tecnólogos han de aprender el lenguaje, las metodologías, la forma de investigar y hacer de un ingeniero agrónomo y viceversa.

Todavía estamos muy lejos de llegar a la paridad entre ingenieros e ingenieras, pero por último nos gustaría destacar que las mujeres representan en torno al 35% del total de los estudiantes de agronomía. Es todavía una presencia minoritaria, pero nada desdeñable si consideramos que en nuestro país solo el 24% de los nuevos estudiantes en las rama de ingeniería y arquitectura fueron mujeres.

Así que, chicas y chicos que habéis llegado a esta entrada, animaos a investigar un poco más qué puede ofreceros la carrera de agrónomos.

 

 

Esta entrada fue publicada primero en «Somosnuestratierra.com», blog de las Juventudes Agrarias de COAG.

COAG - Somos Nuestra Tierra

«Somos Nuestra Tierra» es un proyecto que brota de una de las principales preocupaciones de las Juventudes Agrarias de COAG: impulsar el relevo generacional en el campo.

Su objetivo es sensibilizar a los jóvenes sobre el gran valor del patrimonio agrícola y ganadero donde la riqueza no sólo se genera en cifras, sino que conlleva el aumento del capital humano, social, ecológico y de innovación.

A través de la defensa de la tradición agrícola, pero apostando por la formación, la tecnología, la sostenibilidad y la viabilidad del medio rural, COAG plantea contenidos y experiencias transformadoras para fomentar e incentivar la actividad agrícola y ganadera como una forma de vida moderna e integradora.