Como responsable del desarrollo de la estrategia de digitalización del sector agroalimentario del Ministerio de Agricultura, ¿en qué situación se encuentra el sector?
Este año el sector agroalimentario ha resistido el golpe de la pandemia, y ha asistido a una revalorización social, ya que los ciudadanos lo han percibido como un sector esencial al que es necesario cuidar. El sector actual hace frente a sus retos ya clásicos, el cuidado del medio ambiente, el incremento de la productividad y la competitividad o retos sociales, pero ahora cuenta con nuevas herramientas digitales a su disposición y una perspectiva cada vez más innovadora.
Desde el MAPA pusimos en marcha en 2019 la Estrategia de Digitalización del sector agroalimentario y forestal y del medio rural para apoyar esa transformación digital del sector agroalimentario. Con ella pretendemos reducir las barreras existentes en la actualidad, para contribuir al liderazgo de un sector agroalimentario sostenible económica, social y medioambientalmente.
La UE está poniendo en marcha también el Programa Europa Digital, para apoyar esta transición digital en todos los sectores, y del que derivará un marco regulatorio digital y la conformación de un Espacio Europeo de Datos, con la conformación de distintos espacios sectoriales de datos, entre ellos un Espacio Europeo de datos agrarios.
En el sector actual el uso de satélites, de la sensorización y del big data permite desarrollar modelos predictivos que nos ayuden en la detección de plagas, enfermedades, daños meteorológicos, necesidades de riego, fertilización e incluso ajustar la oferta de productos a una demanda real. La inteligencia artificial apunta también a convertirse en una herramienta crucial para sacar el máximo partido a la información de la que se dispone y adaptarla para mejorar la competitividad, la rentabilidad y la calidad de vida de los que trabajan en el sector agroalimentario.
La agricultura de precisión es otra herramienta clave que nos va a permitir realizar un uso eficiente de los recursos naturales y ajustar los insumos a las necesidades reales de los cultivos, evitando así el uso innecesario de fertilizantes, insecticidas, etc. reduciendo la contaminación del suelo y del agua al mismo tiempo que se realiza un ahorro de los costes productivos y se producen alimentos más sanos, seguros y de mayor calidad. Todas estas tecnologías necesitan basarse en datos.
Este futuro que nos marca Europa sitúa a digitalización del sector en un contexto muy favorable. Esta apuesta por la digitalización se verá además reforzado con el apoyo del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia que desde la UE se ha puesto en marcha como respuesta a la crisis que ha supuesto la pandemia de COVID y que contempla importantes actuaciones en digitalización para el sector agro.
De nuestra interlocución casi permanente con el sector, ya que colaboramos con ellos en varias líneas de trabajo, observamos que la digitalización está presente, bien de forma más incipiente, bien de forma más consolidada, en la mayoría de subsectores desde la producción primaria a la industria agroalimentaria y la distribución, consolidándose a lo largo de toda la cadena de valor.
Además del interés y participación en los debates relacionados con el papel de la digitalización, como elemento fundamental del objetivo transversal de modernización de la PAC 21-27 y las estrategias del Green Deal, la más relacionada con nuestro trabajo y que se apoyará en la PAC la estrategia From Farm to Fork (F2F). Esta futura política agraria supondrá un apoyo decidido para la adopción de procesos digitales por parte del sector.
Si nos fijamos en la reacción del sector a alguna de las iniciativas que el MAPA tiene en marcha para el apoyo a esta transformación digital, se aprecia que, en las convocatorias que desarrollamos de ayudas a proyectos innovadores de interés general, para los que venimos reservando créditos específicos para el ámbito de la digitalización, el porcentaje que representan los proyectos seleccionados relacionados con la digitalización es superior al 50 %, lo que señala la componente digital de la innovación en el sector actual.
Este año resolveremos la tercera convocatoria de estas ayudas y hemos sido más ambiciosos, con la reserva de la reserva de créditos para proyectos más específicos relacionados con el desarrollo de metodología living labs, datos de la cadena agroalimentaria, propuestas de interoperabilidad, agricultura de precisión, etc, y la reacción, a juzgar por el número propuestas presentadas por línea, ha sido muy buena.
Por citar algunos ejemplos:
- Solución para la geolocalización y visualización de las plantaciones agrícolas;
- Control digital del ganado para optimizar la producción aplicación;
- Web enfocada al asesoramiento de precisión a nivel de parcela agrícola, riego, fertilización e indicadores de sostenibilidad;
- Sistema de Información Agroclimática para el regadío;
- Tecnología de radio celular 5G para aumentar drásticamente los anchos de banda, etc, encaminadas principalmente a una gestión sostenible de la actividad agraria a lo largo de la cadena de valor, constatando la incidencia que la adopción de nuevas tecnologías tiene en el cumplimiento de objetivos de sostenibilidad.
Y, a lo largo de este año hemos desarrollado una serie de jornadas técnicas relacionadas con la innovación y la digitalización del sector en colaboración con actores relevantes del sector (sobre temáticas como el emprendimiento digital, medidas de apoyo a la industria 4.0, datos agrarios y el papel que tiene el cooperativismo como agrupador de datos o la importancia de adoptar un código de conducta de intercambio de datos, etc.), que nos han permitido evaluar la necesidad de formación del sector en estos temas, gracias al alto nivel de participación y del interés que han despertado.
Para que la digitalización se instaure con todo su potencial es necesario abordar las barreras del sector en esta materia, por ejemplo mejorando la capacitación, el asesoramiento o la conectividad territorial, y transformarlas en potencialidades para todos los actores implicados del sector y todos los eslabones de la cadena, empoderando al agricultor, haciendo posible la trasferencia de conocimiento entre las universidades, centros tecnológicos, industrias agroalimentarias, etc. y dotando al propio consumidor de una mayor información facilitada por estas nuevas tecnologías que le va a permitir por ejemplo, influir en la demanda de ciertos productos.
Conectividad en España
En cuanto a conectividad España está en una posición puntera en lo que a banda ancha se refiere (red de fibra óptica).
Prueba de ello es la forma en que ha afrontado sin incidencias anormales el enorme incremento de demanda de conexiones que ha provocado la actual crisis sanitaria. Aun así, existen todavía cuestiones que se deben atender y que afectan especialmente a sectores como el agroalimentario, como territorios sin conectividad y también sin uso productivo de sus redes, entre otras. En este punto España está en una posición más modesta y tiene un amplio margen de mejora.
La Comisión tiene la intención de acelerar el despliegue de internet de banda ancha rápida en las zonas rurales para alcanzar el objetivo del 100 % de acceso para 2025 y en esto trabajamos en colaboración conel Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, en el marco de su Plan de Conectividad 2025, trasladando las necesidades reales de conectividad en el territorio que tiene el sector agroalimentario y para lo que hemos emprendido diferentes líneas de trabajo como una caracterización estadística de tipología de explotaciones, la detección preliminar de falta de conectividad real en el territorio en colaboración con las OPAs, el desarrollo de un cuestionario a proveedores de soluciones digitales o el desarrollo de un mapa Mapa SIG de usos del suelo.
¿Ha supuesto la crisis del COVID una aceleración para la implantación digital?
Esta crisis ha puesto a prueba la aplicación de la tecnología y el teletrabajo en todos los sectores y ha demostrado, aún sin una preparación previa en muchos casos, que es posible. En muchos ámbitos del sector agroalimentario también lo es, a través de técnicas de sensorización y monitoreo que nos permiten trabajar en remoto así como optimizar toda una serie de procesos que, por ejemplo, han permitido al sector de la distribución responder magníficamente para que no hayamos experimentado ningún tipo de desabastecimiento durante este año tan difícil.
De hecho, en sondeos recientes que hemos efectuado, se ha puesto de manifiesto que durante la crisis se ha acelerado la aplicación de tecnología digital en el sector.
Los productos agroalimentarios constituyen aproximadamente la mitad de la cesta de gran consumo, con 34.000 millones de euros. Como consecuencia del COVID-19, muchos hogares han tenido que recortar su capacidad de gasto, pero el sector agroalimentario no se ha visto realmente afectado por este descenso, ya que los recortes se han hecho principalmente en materia de ocio y bienes de naturaleza no básica.
Se han destacado varias tendencias fundamentales a raíz de la pandemia: se cocina más en casa y pasamos más tiempo de ocio en casa, hay una concienciación hacia productos más saludables, también hacia productos más sostenibles, social y medio ambientalmente; se opta por productos locales, de proximidad, por lo que la cadena alimentaria se ha acortado; y hay nuevos hábitos de compra, a través de internet.
Para resolver las necesidades más inmediatas desencadenadas por la crisis, la agricultura de precisión y la industria 4.0 se han demostrado como verdaderas herramientas eficientes para permitir modular la producción en función de la demanda, de los medios de producción disponibles, y minimizando el impacto económico sobre la empresa productora.
La necesidad de seguir produciendo, transformando, distribuyendo y comercializando en condiciones de distanciamiento social, con menos mano de obra en algunos casos, ante una demanda desbordada en otros, se ha podido responder, en gran parte, gracias a la disponibilidad de tecnologías como la sensorización, el control remoto, la monitorización de la cadena de valor, o el procesamiento de datos desde la producción hasta el punto de venta.
En un contexto de crisis económica, la agricultura inteligente, especialmente a través de herramientas de apoyo a la toma de decisiones, así como la industria 4.0, van a permitir optimizar la producción en condiciones de restricción de medios de producción y con el menor impacto económico y medioambiental.
Por ejemplo, la Industria 4.0 permite que las empresas estén preparadas para asumir cambios radicales como el actual: las tecnologías que permiten calibrar la cadena de producción en función de la demanda, incluso controlar la producción primaria, o incrementar la velocidad y el volumen de fabricación, acometer imprevistos, y reorientación de las cadenas de valor, incorporando las tendencias de consumo, cualitativa y cuantitativamente, en el proceso productivo.
¿En qué situación se encuentra España, en materia de digitalización, con respecto a otros países de la UE?
Si tenemos en cuenta indicadores como el índice DESI, Digital Economy and Society Index, España ocupa el puesto número 10 de los 28 Estados miembros de la UE. Sin embargo, la conectividad en el medio rural no está suficientemente resuelta y se encuentra en unos niveles inferiores a la media de la UE, especialmente en lo relativo a conectividad territorial. En particular, esto último supone una barrera importante no solo para fijar población, sino también para el desarrollo de la actividad agroalimentaria, forestal y económica, que en una proporción importante está fuera de los núcleos de población en el medio rural.
Según el informe «Cobertura de banda ancha en España en el año 2019», publicado por el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, a través de la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales, se constata que se ha producido un aumento de nueve puntos porcentuales en la cobertura de las redes de banda ancha de ≥30 Mbps respecto al año anterior, hasta alcanzar ya al 94% de la población española, también se ha mejorado dicha red de banda ancha en las zonas rurales en 32 punto porcentuales, llegando a junio de 2019, a un total del 86,6% de la población rural.
Por otra parte, las redes de banda ancha ultra rápidas (≥ 100 Mbps) alcanzaron en 2019 al 83,6% de la población, tres puntos porcentuales más que el año anterior, mientras que en las zonas rurales este aumento ha llegado al 49,8%. Y, en el caso de del fibra óptica se ha llegado a un porcentaje total del 80,4% de la población española.
En cuanto a formación y habilidades digitales básicas según el mismo indicador (DESI, Digital Economy and Society Index), la población española en su conjunto se encuentra ligeramente por debajo de la media de la UE. Y, en el caso del sector primario, esta carencia se acentúa, ya que el 80% de los titulares de explotaciones agrarias tiene una formación sólo procedente de la práctica. En consecuencia, el esfuerzo en formación que hay que hacer es mayor, especialmente en formación mixta sectorial/ tecnológica. A pesar del aumento de la demanda en el mercado de trabajo, la oferta de especialistas en las TIC sigue estando por debajo de la media de la UE.
Considerando el resto de Estados miembros, la mayoría de ellos aún no tienen una estrategia de digitalización específica para el sector agro ni para el medio rural, aunque si han emprendido distintas actuaciones relacionadas con la digitalización como pueden ser el incremento de la banda ancha en zonas rurales, estudios de viabilidad para implantar la agricultura de precisión o estudios de impacto de la inteligencia artificial y el IoT en el sector agro, entre otros. Los países que junto con España sí cuentan con una Estrategia de Digitalización específica para su sector agro y su medio rural son Países Bajos, Bulgaria y Hungría.
Para el cumplimiento de la estrategia F2F la Comisión tiene la intención de acelerar el despliegue de internet de banda ancha rápida en las zonas rurales para alcanzar el objetivo del 100 % de acceso para 2025.
Este objetivo de reducir la brecha digital en lo relativo a la conectividad se aborda en el ámbito del plan de recuperación mediante la componente del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, en el marco de su Plan de Conectividad 2025, como parte de la Estrategia de Digitalización de España. El MAPA colabora con este Ministerio a través de un Grupo de Trabajo interministerial, trasladando las necesidades de conectividad en el territorio que tiene el sector agroalimentario.
¿Cómo está siendo la coordinación público-privada para las empresas que quieren o están innovando?
En este período de programación desde el MAPA hemos puesto en marcha, a través de la programación de desarrollo rural, ayudas a la creación de grupos operativos y proyectos innovadores de interés general para el sector, que exploran esa coordinación público privada y conectan a los distintos actores para buscar de manera conjunta soluciones innovadoras a necesidades reales del sector.
Esto ha supuesto una inversión de 120 millones de euros a nivel nacional, 57 ejecutados a través del Programa Nacional de Desarrollo Rural y el resto a través de la programación autonómica, y sitúa a España en la primera posición en cuanto a apoyo a la innovación a través del desarrollo rural en el marco de la AEI-Agri. Los distintos actores, públicos y privados, señalan que es una medida muy importante para la innovación en el sector y que debe mantenerse en el próximo período de programación.
También en el ámbito de la colaboración público – privada, el MAPA está desarrollando varias iniciativas, y de especial interés es la coordinación con el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital para la puesta en marcha de un macroproyecto tractor para el sector agroalimentario, que abarca una digitalización integral de la cadena agroalimentaria alineada con políticas de la UE, mejorando el vínculo consumidor-producción, manteniendo la sostenibilidad ambiental del sector agroalimentario y el alineamiento con ODS, y el fomento de la innovación, tecnología y economía del conocimiento, llegando a decenas de miles de PYMEs y autónomos, generando y fortaleciendo un ecosistema Smart Agro competitivo a nivel internacional.
El desarrollo de este macroproyecto será complementario y sinérgico con la Estrategia de Digitalización del sector agroalimentario y del medio rural, liderada por el MAPA. En el ámbito de la misma y, como parte de las actuaciones de su segundo y tercer plan de acción (2021-2022 y 2023-2024) se estima necesario apoyar a las explotaciones y pymes agroalimentarias y a la distribución y comercialización mediante ayudas al desarrollo de soluciones tecnológicas, que se completarán con medidas de acompañamiento (formativas, divulgativas, compra pública innovadora) y ayudas a la internacionalización de estas empresas.
En el próximo pondremos en marcha los mecanismos administrativos necesarios para configurar una plataforma agregadora de todos los datos de la cadena que se generan y residen en diferentes sistemas, con el objetivo de unificarla bajo una taxonomía común, relacionarla y permitir su explotación a diferentes organizaciones de forma transparente y con sus propios sistemas, que almacene centralizadamente, relacione y ponga a disposición de todas las entidades públicas y privadas de toda la cadena agroalimentaria, con una vertiente analítica y otra de fomentar el desarrollo tecnológico basado en el uso de datos. Entendemos que este proyecto representa una importante contribución al Macroproyecto Tractor para el sector Agroalimentario por su relación con la creación de un espacio de datos AGRO.
Un tipo de iniciativa de muy alta componente de colaboración público-privada son los Hubs de Innovación digital. En este sentido , desde el MAPA trabajamos para apoyar los existentes y además pondremos en marcha uno propio que comenzará sus actuaciones en torno a la agricultura de precisión, y ya estamos colaborando con el Ministerio de Ciencia e Innovación para el desarrollo una línea de Compra Pública Innovadora FID-Agri con la que impulsar la innovación desde la demanda, de forma que las AAPP actúan como motores de la innovación en las empresas del sector.
La detección de necesidades de conectividad real en el territorio que antes he mencionado es también un ejemplo de coordinación público privada, necesaria para que las empresas puedan innovar independientemente del territorio en el que estén.
También son iniciativas de coordinación público-privada con empresas innovadoras el trabajo que desarrollamos en el seno del Grupo de Trabajo de Agricultura de Precisión y el Grupo Focal de asesoramiento en AKIS. En el marco de la Estrategia de Digitalización y su I Plan de Acción hemos conformado un grupo de trabajo compuesto por expertos nacionales en agricultura de precisión, que aglutina tanto actores del sector público como privado, con el objetivo establecer cómo la agricultura y la ganadería de precisión pueden responder a los objetivos (medioambientales, sociales y económicos) que se plantean en la nueva PAC y estrategias relacionadas como la F2F.
En nuestro ámbito de trabajo, entendemos que es esencial la colaboración y cooperación de todos los actores implicados en el sector agro, desde el agricultor, las pequeñas y grandes empresas, industrias agroalimentarias, centros tecnológicos, universidades, etc., para conseguir crear un ecosistema innovador y de emprendimiento digital que consolide la transición digital y ecológica y donde se consiga alinear las políticas digitales y sostenibles de la UE, el Gobierno de España y todas las empresas del sector agrario.
¿Cómo ve el futuro más próximo del agro español?
El sector agroalimentario reviste una gran importancia económica y social en España, ya que suponen el 11% del PIB, ocupan a más de 2,6 millones de personas, y tienen la misión vital de proporcionar seguridad alimentaria a la población. Además, es un sector fundamental para el equilibrio territorial y para la balanza comercial, con unas exportaciones que superan los 53.700 millones de euros y un saldo positivo de 14.600 millones.
Es un sector estratégico, a nivel nacional y europeo, que a lo largo de este año ha revalorizado aún más esa posición estratégica, de forma que se incluye como tal en el diseño de las grandes políticas nacionales y europeas que comenzarán a desarrollarse en breve.
La mayoría de los sectores digitalizados mejoran su productividad más rápido que los sectores menos digitalizados. El sector agro no es ajeno ni a la realidad económica ni a la social y, como el resto de sectores, actualmente está experimentando una profunda transformación digital. La agricultura en España tiene un potencial técnico de automatización del 57% (cuarto lugar por detrás de la hostelería, la industria manufacturera y el sector de transporte y logística), sobre todo en actividades vinculadas a la práctica física y a la captura y manejo de datos y actualmente está experimentando una profunda transformación digital donde los datos tienen un papel protagonista. Por eso, del mismo modo que ocurre en sector industrial, donde la digitalización ha dado lugar a la industria 4.0, revolucionando la forma de producir bienes de equipo y consumo, la digitalización del sector primario dará paso a la agricultura 4.0, cambiando la manera de producir y de gestionar, revisando procesos que afectarán a toda la cadena de valor, a la forma de consumir y a la propia percepción que, desde la sociedad, se tiene del papel del agricultor: en esta agricultura 4.0, todos los actores de la cadena agroalimentaria pasarán a estar conectados, creándose un ecosistema digital formado por todos los eslabones de la cadena (desde el agricultor al consumidor final) donde los agricultores deben ocupar un puesto de relevancia. Para ello, tanto la adopción de las THD (IA, 5G, cloud, IoT) y prácticas como la agricultura de precisión así como la capacitación son fundamentales.
Es un sector que presenta también amenazas que están erosionando su competitividad: una insuficiente capitalización de las empresas, agravada como consecuencia de la crisis sanitaria; un déficit de inversión en investigación, desarrollo e innovación; un retraso en la incorporación de tecnologías digitales, y una mayor exposición a los riesgos derivados del cambio climático y de las enfermedades emergentes.
Para responder a estos retos se han programado una serie de inversiones para los próximos años que contribuirán decisivamente a mejorar la resiliencia del sector y a la mejora de su competitividad, al tiempo que contribuyen a la consecución de los objetivos del clima, a la conservación del medio ambiente y a la descarbonización de la economía. Entre otras, inversiones para la introducción de tecnologías digitales el sector agro.
Desde el punto de vista de la seguridad alimentaria mundial, según la FAO, en 2050 la agricultura mundial necesitará producir aproximadamente un 70% más de alimentos que en 2006. Para maximizar el rendimiento de los cultivos y el uso de los recursos, entre otras cosas, se hace imprescindible el uso de la tecnología por los agricultores. Esto tendrá consecuencias sobre el futuro del agro español. Pero para ello el sector necesita contar con las condiciones habilitadoras para poder desarrollarla, y de las que ya hemos hablado a lo largo de la entrevista como la conectividad, la formación o el asesoramiento.
Precisamente en el marco estratégico del Green Deal se establecen los nuevos principios productivos de todos los sectores económicos que han de seguir la senda de la transición digital y la sostenibilidad. La piedra angular del Green Deal es la Estrategia F2F, cuyos objetivos principales persiguen asegurar la seguridad y la sostenibilidad de los alimentos, más saludables y asequibles, combatiendo al mismo tiempo el cambio climático y estableciendo un rendimiento económico justo a lo largo de toda la cadena alimentaria, pero respetando y conservando el medio ambiente. La F2F hace referencia a la necesidad de conectividad, de asesoramiento y de formación para que el sector agroalimentario pueda alcanzar esos objetivos que plantea.
Como hemos mencionado, Europa se prepara para ser un líder digital en el panorama mundial y pretende articular una sociedad europea impulsada por soluciones digitales que sitúen en lugar preferente a las personas, abra nuevas oportunidades para las empresas e impulsen el desarrollo de una tecnología fiable.
El reto es que la transformación digital que llegue a todo el sector por completo, este reto no se refiere sólo a la transformación tecnológica sino que requiere también de cambios institucionales, sociales, políticos y formativos, ya que la tecnología es solamente una herramienta para conseguir como objetivo lograr una mayor competitividad y viabilidad a largo plazo de las explotaciones agrarias, de la industria agroalimentaria y del medio rural. Para ello se necesita colaboración, establecer alianzas y construir un ecosistema de apoyo a la innovación del que formen parte todos los actores.
¿Cuáles son las necesidades de las empresas agroalimentarias a la hora de digitalizar los procesos productivos?
El proceso de transformación digital fomenta el desarrollo de nuevos modelos de negocio, incorpora nuevas competencias y nuevas formas de trabajar, conecta grandes y pequeñas empresas y nuevas formas de cooperación entre todos los niveles de la actividad empresarial (diseño, producción, ventas, logística, mantenimiento, etc. Por ello, se considera necesario fomentar que las empresas se doten proyectos viables e innovadores en este sentido, abriéndose al comercio electrónico y a la consolidación de la Industria 4.0, entre otras muchas palancas de cambio en los modelos de negocio digitales para el sector. Esto también genera un efecto tractor para conseguir atraer población al entorno rural, mediante el fortalecimiento de su tejido empresarial.
Ya se han mencionado algunas de esas necesidades y claramente disponer de una conectividad suficiente y adecuada allá donde está teniendo lugar o debe tener lugar la actividad económica es fundamental.
La apertura e intercambio de datos es otro de los requisitos imprescindibles para la digitalización de los procesos productivos de las empresas agroalimentarias, y de hecho es uno de los tres objetivos específicos de la Estrategia de Digitalización.
Para la apertura de datos es necesario establecer un espacio de datos seguro y confiable a nivel europeo, que permita al sector agrícola acceder a datos relevantes para su actividad, que le permitan mejorar la sostenibilidad, el rendimiento y la competitividad mediante el procesamiento y análisis de datos de producción y datos abiertos (como imágenes de satélite, datos meteorológicos, mapas de suelos de uso público). Esto permitirá una aplicación precisa y personalizada de enfoques de producción a nivel de explotación. Asimismo, los datos de producción unidos a los datos abiertos presentarán nuevas oportunidades para monitorear y optimizar el uso de los recursos naturales y, como tales, contribuirán a alcanzar los objetivos de sostenibilidad ambiental marcados.
El espacio de datos agrícola europeo deberá garantizar la interoperabilidad, es decir, reunirá metadatos de fuentes heterogéneas y facilitará el intercambio de datos basado en acuerdos contractuales, para que el acceso gratuito a datos abiertos como imágenes de satélite, datos meteorológicos, mapas de suelos que son de uso público, y otros datos de alto valor esté garantizado.
Para lograr una apertura real e intercambio de datos será necesario que los principales actores de la cadena agroalimentaria acuerden un conjunto de mecanismos de interoperabilidad como la arquitectura del sistema distribuido, la especificación de una API de referencia, metadatos, etc. Todos los actores de la cadena agroalimentaria pasarán a estar conectados, creándose así un ecosistema digital formado por todos los eslabones de la cadena (desde el agricultor al consumidor final).
El desarrollo de una infraestructura cloud permitirá alimentar aplicaciones de IoT, big data, blockchain o inteligencia artificial, entre otras, para impulsar de forma conjunta la digitalización del sector agroalimentario, adaptando estas tecnologías habilitadoras a las especificidades del propio sector. Así gracias a estas herramientas se podrá avanzar en las técnicas de predicción de cosechas, facilitar la toma de decisiones en la gestión de explotaciones, generar valor al usuario final y garantizar la seguridad alimentaria a lo largo de toda la cadena.
Entendemos que la viabilidad para constituir estos espacios de datos es muy alta en el sector agroalimentario dado que es un sector que ya dispone de una gran cantidad de datos en comparación con otros sectores económicos.
Las herramientas han de ser asequibles, transversales, amigables e interoperables. Actualmente existen multitud de herramientas tecnológicas pero en muchos casos no dan soluciones a problemas concretos del sector o son caras y difíciles de implantar debido a la falta de interoperabilidad entre aplicaciones y, a veces también, debido a la falta de capacitación y formación en su uso. Por ello, es importante que dichas herramientas provean de soluciones a un porcentaje cada vez mayor de empresas agroalimentarias y que sean económicamente viables.